Desde finales del siglo XX, Internet ha cambiado nuestra forma de vivir en muchos aspectos. Uno de ellos, es el modo en que compramos. En el año 2000, menos del 1% de la población mundial había hecho alguna vez compras online. Hoy, el comercio electrónico es una parte más de nuestras vidas. Buscamos, escogemos y pagamos por un producto online y lo recibimos cómodamente en casa.

La compraventa online es solo un paso más dentro de la evolución de las empresas y los mercados. Es decir, internet tiene ciertos aspectos innovadores, pero no es algo tan revolucionario como se puede llegar a pensar. ¿Sabías que nuestros abuelos, bisabuelos e incluso tatarabuelos ya hacían compras desde casa? La venta por catálogo nació hace casi doscientos años y, al igual que en el caso de los establecimientos virtuales, nos permite comprar sin salir de casa.

Una gran ventaja introducida por las compras por internet, es el acceso instantáneo a la información y la posibilidad de realizar transacciones en el acto. En unos pocos minutos podemos descubrir una tienda en la otra parte del mundo, seleccionar productos y pagar por ellos. En los primeros años de las tiendas virtuales, esta gran ventaja generaba cierta desconfianza. Esto se debía a que no todo el mundo se fiaba de dar sus datos personales, incluyendo el número de tarjeta de crédito, a un establecimiento online que no conocía de nada. Ahora, gracias a los protocolos de seguridad, este miedo ha desaparecido casi por completo, sobre todo entre los consumidores más jóvenes.

Internet es una gran fuente de posibilidades y las transacciones online ya forman parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, a veces es bueno salir a la calle y hacer compras en los comercios de nuestra ciudad, sobre todo si te atienden con una sonrisa, ya que esto es algo que internet aún no puede ofrecer.